jueves, 30 de julio de 2015

VIDA NUEVA.



Vida nueva.


Toda mi mente, fértil y sembrada,
extraídos los cantos y las piedras,
está esperando ya la nueva vida,
mensajera de las nuevas ideas,
para aliviar la sequedad habida
en sus viejas raíces, instaladas
casi como una permanente y dura
herencia de los años de sequía.

Romper la densidad establecida
es ahora un desafío nuevo,
un torrente de conceptos actuales,
una aventura tan exuberante
que merece la pena ser vivida
iterando lo antiguo y lo  moderno
a los ya conformados elementos
que fueron en mi pasada existencia
meros factores de supervivencia.

¿Será verdad que soy un hombre antiguo,
que estoy al margen de la novedad,
que va a costarme un despiadado esfuerzo
aceptar estas tendencias que vienen
como un soplo de aire fresco y limpio
para renovar mi antigua estructura
sin dañar mi capacidad creadora?

Sigo pensando que el hombre trabaja
para alcanzar la perfección humana
y todo lo que nos lleve a ese fin
es  correcto y bueno si es ejecutado
de acuerdo con las normas del amor,
de ese amor superior que nos impele
a luchar por cumplir el objetivo
de la humanización total soñada.

Los ángeles nos observan, a veces
quieren compartir nuestro compromiso,
y se acercan  con el fin de ayudarnos
con el soplo angelical de la fe.
Trabajar por la perfección del mundo,
pensar que es verosímil o probable,
estar cerca del concepto divino
creyendo en el destino de los hombres,
tratar de unificar el universo
juntos con el supremamente uno,
será un trabajo conjunto y recíproco.

¿Y los dioses, conocen nuestra esencia,
han formado parte de nuestra vida,
o son cínicamente observadores,
de nuestra eterna lucha sin cuartel?
La vida es bella y comprometedora
si tenemos en cuenta la verdad,
y ese es el camino de la victoria
en una batalla densa y antigua
inserta en la neblina de los tiempos.

¿Pero cómo soy yo, soy un conjunto
de rosas y espinas o sólo brotes
de pétalos que serán olorosos
con el sol y la lluvia de mis versos?
La belleza de la muerte, su imagen
serena y acogedora, influye
en el olvido de mis sentimientos
amorosos y tiernos, y resuelve,
a favor y en contra, dependiendo
de ese carisma, que a veces desciende,
la realidad de  nuestro compromiso.

¿Es tu luz mi luz, es mi amor tu amor,
podemos terminar nuestro proyecto,
juntos, bajo el amparo de los dioses,
o nada existe y es todo ficticio?
El vago enjambre de vanos fantasmas,
como dijo Espronceda, ¿tanto puede
desconcertar el alma del poeta,
que ya no sea capaz  de entenderte,
y reflejar verso a verso tu cara,
tus manos, tu sonrisa, tu figura,
e integrarnos los dos en un poema
que el tiempo nunca pueda destruir?

El tiempo es eterno cuando te miro,
e intento profundizar en tu mente
mirando fijamente tus pupilas,
tratando de leer tus pensamientos,
para saber si tu amor se refugia
por conservar su prístina pureza.
Mirar tus ojos, sentir tu mirada,
oír tu voz,.son mágicos momentos
a los que debo mi felicidad
y en ellos recupero mi descanso.

Yo creo en la esperanza, mas tengo dudas,
irrazonables quizás, pero sólidas,
y ella es la única que me sostiene,
densamente, como una salvadora
barca  en esta tormenta perfecta,
equilibrando atajos y distancias.
La razón elabora las borrascas,
hincha las velas de la incertidumbre,
y no resuelve lo desconocido,
la esperanza será por el contrario
el faro esplendoroso y refulgente
que nos puede llevar a tierra firme.

Una vez establecida la calma
ligada la razón a la esperanza,
mi luz será tu luz, tu amor el mío.
La luna va trepando en la montaña
para alcanzar la cima deseada,
supera las barrancas e ilumina
los espacios oscuros del abismo;
si la claridad llega a lo profundo,
se esclarecerán sombras y misterios
prevalecerá la verdad oculta
y los dos volveremos a ser luz.

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lunes, 6 de julio de 2015

Viaje hacia el mar.


Apareciste tú de nuevo,
sobrevolando las rocas,
girando tus alas como una libélula,
despidiendo chorros de colores
enredados en transparentes muselinas
de alas plateadas,
y seguí deslumbrado el camino que,
atravesando las llagas de la plana,
conduce hacia tu centro
inevitable,
hacia tu remolino
de olas y de gaviotas.

¿Pudieron ser los azules, los blancos,
el rumor de las olas,
la templanza del aire,
la algarabía de los pájaros,
el silencio de los almendros,
el olor del azahar,
la inmanencia de tus naranjos?

Mis ojos siguieron la ruta
encendida e ilusionada
hacia tu imagen,
en una mañana de cálidos reflejos
esparcidos por los montes,
por un aire lleno de
semillas de oro,
de trémulos y errantes
molinillos blancos,
intentando descifrar tu esencia
a través de los sonidos,
de los colores,
de las distancias,
hasta llegar a ti
en una transición anhelada
y contemplar otra vez
la espuma de tus olas.

¿Podré ver el mar,
sin cegarme el centelleo
de las crestas plateadas
de las rompientes,
llegaré a traspasar
estas colinas eternas
que alargan el camino y encontrarme
cerca de la veladura azul
que te bordea
y que se extiende hacia el horizonte,
como una llanura ilimitada
que no desborda
ni rebasa los márgenes,
pero se alza como una pared
en la lejana perspectiva?

¿Me verá a mí el mar?
¿Me cederá algo
de su inmensa quietud
para amansarme
en este desconcierto
de la sorpresa,
del encuentro inevitable
tantas veces intuido?

La brisa deposita sus cristales
de lluvia
en mis ojos abiertos
y mis párpados
son brasas enrojecidas
por el esplendor del sol.
Las heridas de la espera
se cierran
con la sutura del encuentro,
y ya sólo queda el parpadeo
del horizonte,
la palpitación acelerada,
el desconcierto de los sentidos,
el olor especial a salitre
que empapa mi cuerpo cansado
y que me envuelve
y acaricia en suaves oleadas.

Plenitud, transitoria eternidad
de las formas
y de las sensaciones
que en un momento superan
la capacidad del alma.
El tiempo ya no existe, se disipan
las alas plateadas y los colores
que, a borbollones,
huyen de la plana.

Todo es quietud ahora,
expectante reposo,
anticipación
de nuestro inminente
y sustancial reencuentro.


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