sábado, 5 de octubre de 2013

Tu regazo.





Tu regazo.

¿No es terrible, amor mío, 
no poder encontrarte, 
desierto como estoy?

Por qué mi soledad,
y mi vano deseo de poder recobrarte
sólo esconden mi pena 
y aumentan mi ansiedad?

¿Por qué surge de  pronto,
partida en dos el alma,
sin causas, sin raíces,
en un renacimiento de temores, 
de dudas, rompiéndome la calma,
este estallido inútil,
huracanando el viento?

Yo no me encuentro solo,
porque vienes a verme,
invades mi silencio,
no me dejas espacios,
aumentas mis latidos 
cuando mi cuerpo duerme
y rompes la quietud   
de mis órganos lacios.

Eres tormenta plena,
sin apenas salida,
la pasión detonante
sin ninguna frontera,
una visión del mundo,
la causa de mi vida,
evanescente sueño
que renovar quisiera.

Cuando voy paseando
y ya nadie me espera
donde el sol resplandece
porque ya no hay tejados,
no quiero ese silencio
desnudo de la acera,
sin árboles, ni tiestos
en balcones cerrados.

¿Porque tú, dónde estás,
es que acaso tu esencia
se perdió en mis abrazos?

Te busqué como obseso
y recorrí la calle
para olvidar tu ausencia,
deseando encontrarte
para ofrecerte un beso.

Halcón de cetrería,
fui buscando mi presa
atravesando valles
y bosques y collados,
acechando el momento,
buscando la sorpresa
para vencer rechazos
de tus ojos soñados.

Capitán de veleros
quise hallar en los mares
la dimensión inmensa
de nuestro amor eterno,
sin razonar mis dudas,
olvidando pesares,
buscando soluciones
 a nuestro desgobierno.

Quiero volver a verte,
absorber tus fluidos,
acariciar tus manos,
estrecharte en mi abrazo,
recibir tus aromas,
tanto tiempo perdidos,
y descansar de nuevo, amor,
 en tu regazo.