Un remanso de paz.
Un hórreo.
A Nugalla.
Siempre quise morir en A Nugalla,
envuelto en la armonía del paisaje,
recreando su paz y rendir viaje
cuando cantan sus grillos y ella calla.
Verdinegro herbazal, una rocalla
recibe en un regato el oleaje
de la luz de la luna y su mensaje
remansa la quietud que en ella se halla.
A Nugalla, tus sendas son de piedra,
vastos tus campos, ágiles tus ríos,
verdosos tus arbustos y praderas,
tus casas duermen en la eterna hiedra,
herencia de los grandes señoríos,
y sueñan sus historias verdaderas.