lunes, 31 de enero de 2011

No sé si soy.

Los burgueses de Calais. Detalle. Auguste Rodin.



 No sé si soy, o sólo que estoy siendo,
si tengo haber, o sólo tengo nada,
si mi sustancia ha sido programada,
o sólo existe lo que estoy sintiendo.


No sé si lo que pienso va siguiendo
una ecuación resuelta y bien trazada,
si es improvisación desenfocada,
o un misterio que acabaré entendiendo.


No sé si soy la parte o soy el todo,
si lo demás existe o es un sueño,
si soy sustancia o polvo amontonado,


no creo que en mi vida exista un modo
de poder ser mi esclavo o ser mi dueño
si estoy por mis sentidos dominado.

lunes, 10 de enero de 2011

Sabor a miel.








Sabor a miel.


Recipientes de cristal,

un vidrio limpio sin rótulos,


una dulzura especial,


ánforas,


miel de romero, miel pura,


azúcar elaborada de nectarios


y un aroma antiguo


y amado.


sábado, 8 de enero de 2011

Regalo de un Rey Mago.

                                            Emilio Porta




Desde mi blog quiero agradecer al Rey Mago Emilio Porta el regalo que me ha dejado en la chimenea. Un expresivo esbozo de su opinión sobre mi serie "Relatos del Guadarrama". Vale tanto su escrito como el detalle de haberme dado esta agradabilísima sorpresa.



CRITICA LITERARIA DE
RELATOS DEL GUADARRAMA.


Cada día que pasa encuentro más razones para amar la unión de todo lo que existe bajo y sobre el sol. En Literatura, esta unión, la hace el lenguaje escrito a través de sus significados. Y parece que la delimita la forma. Siempre ha sido así, a través de los siglos: división de los géneros. Y, sin embargo, esa división no ha estado siempre clara y ahora menos que nunca. Poesía, relato, crónica…de todo hay en obras que enmarcan la Historia literaria. Todo ello se ve, por ejemplo, en el Cantar de Mio Cid. Y también se ve en muchas otras obras. Desde Cervantes a Raimon Llull, de Tolstoi a Carpentier, de Camoens a Lampedusa…


No es la extensión de Relatos del Guadarrama, de Fernando Jiménez-Ontiveros lo que me hace pensar en esta idea de fusión entre géneros, sino el planteamiento, desarrollo y forma de esta obra.
Porque siendo una narración, es, al mismo tiempo, reflexión y ensayo, meditación y poesía. Relatos del Guadarrama tiene, además, un elemento autobiográfico ( aunque el autor se disfrace de Gabriel y quiero pensar que de algún amigo más) y también es un homenaje a un paisaje vivido interiormente, asumido, que forma parte de la identidad de Fernando.


Hay en Relatos del Guadarrama un reguero de sensibilidad que abre cauce, a su vez, en la sensibilidad del lector. Anda el autor, y caminamos, con él, nosotros, por senderos y lugares reales, por caminos de piedra y arboleda, de roquedal y flora única en su género. El Parque Natural de la Sierra del Guadarrama es lo que dice Gabriel en un poema relativo a sus paseos: “Mi tierra, tan pegada a mí por el viento y el agua que se ha convertido en mi propio barro, del color de mi propia carne. Si tengo ocasión, enterraré en ella mi corazón y lo repartiré para que se disuelva en pedazos, unos en esta mi tierra, otros en mi historia, el resto diseminados en la vida de los demás”


Estas palabras son el mejor reflejo de lo que el autor siente por su casa exterior, su casa infinita de aire, cielo, tierra y agua, que es el Guadarrama y sus parajes. Después de ellas es muy difícil dibujar de un mejor modo las sensaciones que el lector tiene al adentrarse, a través de las letras, en los relatos de Fernando Jiménez-Ontiveros.


Él, el escritor, el hombre, se incrusta en el panorama que se ofrece a sus ojos y le añade el toque de humanidad de sus gentes. Un toque costumbrista que dota de alma a sus paseos. El mismo dice:
“Cuando escribo me olvido de la categoría y busco casi siempre lo sencillo y humano. No siempre lo consigo pero intento la armonía entre lo que persigo y lo que viene a trasmano, huyendo a ser posible de la sensiblería” Sí, no hay sensiblería en nada de lo escrito. Sólo percepción sensible y retrato, por un lado, de lo concreto y tangible, lo que se ofrece a su vista y a su tacto. Y por otro, lo que se sumerge en el espíritu, porque es la propia energía de una tierra alimentada por el amor que la profesa la que nos envuelve en la lectura.


Hay algo de religiosidad terrenal en todo lo que el autor nos cuenta. Porque el escritor, aunque habitante de la incertidumbre como todo ser humano inteligente, desea aferrarse a la esperanza en la espera. Desea que la vida no se acabe en la visión y en la memoria transcurrida mientras somos capaces de caminar.


Sin embargo, es consciente de la eternidad y la belleza del instante y por eso lo recoge en su escritura. Porque ahí permanecerá mas allá de todas sus dudas, más allá de la falta de claridad en las respuestas.


Y en ese caminar mientras escribe todavía, el autor quiere detenerse – y lo hace – yendo despacio, a respirar el aire de la vida, la vida natural, que conoce y comparte con nosotros a través de su Literatura.
“ Porque los que vienen de la ciudad beben el vaso de un trago, como si tuvieran algo urgente que hacer. Nosotros, los de pueblo, bebemos sin prisa y saboreamos lo que hacemos. Esa es la diferencia”


Sí, esa es la diferencia. El saber que el tiempo no es nuestro dueño. Conocer cual es el valor de las horas pasadas en silencio. Hay una preciosa historia con un jardinero, el jardinero secreto del Paular, un monasterio que podría ser paradigma de otro monasterio creado por mi en mis escritos – perdón por esta referencia autoliteraria – el monasterio de Orzeán. Ese espacio de piedra entre la piedra que es El Paular, lugar de recogimiento y encuentro, lugar de mirada al pasado y al futuro desde el presente continuo de la existencia. Ese lugar donde las palabras son sólo música del pensamiento y lo cotidiano adquiere el valor de lo infinito.


Todo esto es Relatos del Guadarrama para mí. Y lo reflejo en esta reseña de una obra escrita con amor y con oficio, una obra que va más allá de la técnica literaria, con ser mucha, de Fernando Jiménez-Ontiveros. Porque yo lo sé, y él lo sabe, los Relatos del Guadarrama son el corazón de su memoria.


Emilio Porta



miércoles, 5 de enero de 2011

Plegaria de Vísperas.




Plegaria de Vísperas.


Es ya muy tarde, casi anocheciendo,
tengo prisa, necesito tu ayuda,
en este atardecer de angustia y duda,
está mi hora final oscureciendo.


Se está apagando mi luz, no queriendo,
el alma me abandona y se desnuda,
tiene temor, y vive en plena duda,
y entrega lo que tiene, no teniendo.


A ti te cedo todo lo vivido,
tú que conoces mi  gran aventura,
y, si tu amor sin límite me alcanza,


júzgame sólo por lo que yo he sido,
olvida mis accesos de locura
y fusiona tu amor con mi esperanza.





sábado, 1 de enero de 2011

Cante de mina.


Cante de mina.


El cante de mi tierra es hondo,
viene desde la mina y atraviesa
rocas, quebradas y chumberas
hasta llegar a mi piel tierna,
cada vez más sensible
sobrevolando huertas, regatos,
alcores y barrancos,
dejándome la huella de su quejido,
ahondando en las heridas
que el tiempo y la distancia
han ido abriendo,
sangrando zumo de limones antiguos,
que brota de mis venas,
que viene del silencio de siempre.
Ese cante hondo
que sale de la profundidad
de mis ancestros, del vaho de mi tierra
que me empapa de sonidos y recuerdos,
que evoca momentos vitales, silencios,
tiempos perdidos, ahora recobrados,
ahora evocados por esos quejidos
que llegan desde la mina.
El cante de mi tierra es profundo,
implacable, letal,
porque habla del tiempo que no pude vivir
en mi tierra, con los míos,
de los amores que pude tener y nunca tuve.
En mi nombre se queja,
y en mi alma se refugia,
con el tono de la taranta,
fa sostenido menor,
rompedor de lejanías que canta y vuelve a cantar,
que no llora porque es hondo,
que sufre porque conoce
la razón de la distancia, la levedad de mi espíritu,
que llega hasta mí por encima de las casas blancas,
y las tapias de adobe, porque sabe que mi alma
no es de alcorza sino de barro.
El cante de mi tierra es cada vez más profundo,
ahonda cada vez más mi tristeza,
ya no hay acordes, sólo quejidos,
cantos desesperados
que vienen desde la abisal distancia
de una vida nacida entonces
y otra que se extingue ahora.