lunes, 31 de agosto de 2009

Reencuentro en la ciudad.




Reencuentro en la ciudad.

Gracias por tu visita inesperada
entre la combustión de los motores,
el chirrido de frenos, los olores,
las luces, la multitud apretada.

Gracias por tu inadvertida llegada
entre paseos, árboles y flores,
ruidos, coches y anuncios de colores
que trazan el perfil de la calzada.

Te percibo, te intuyo, te presiento,
y te reclamo en mí, en plena esencia,
débil palpitación, temblor de vida,

inusitada luz del pensamiento,
inicial percepción de la conciencia
por levedad del alma oscurecida.



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sábado, 29 de agosto de 2009

La taberna de Pedraza.

Mi gran amigo Víctor Tapia, pintor enamorado de Segovia, me regaló este cuadro con ocasión de la exposición de sus obras en Pedraza, del 4 al 27 de febrero de 1985. Víctor fué un gran pintor y dibujante. A su cuadro le dediqué el siguiente poema:


La taberna de Pedraza.

La puerta es una fuente de luz que configura
los perfiles de cinco sencillos aldeanos;
una mesa, unos vasos, la vestimenta oscura
de los hombres que habitan los pueblos castellanos.

En el fondo del cuadro las paredes desnudas
rezuman desde el techo sombrías humedades;
se respira el invierno; en las figuras mudas
el silencio proviene de antiguas soledades.

Un parroquiano viejo con gorra de visera,
los hombros ya vencidos, descansa la mirada.
( sueña quizás con una lejana primavera
o con el tierno abrazo de una mujer amada).

La claridad que filtra la puerta no permite
que se observen las manos de los hombres sentados,
seguramente listas para el robo y el quite
o el reparto en la mesa de unos naipes usados.

¡Qué gracia has recibido, pintor de la taberna,
para fijar en una sencilla pincelada
este fugaz retrato que surge de la eterna
Castilla de los trigos, de la mula y la azada!.




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Cuadro “La taberna de Pedraza”del pintor Víctor García Tapia.
De mi colección privada.
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viernes, 28 de agosto de 2009

Manuelo.

Un rincón en la ciudad.

Paisaje.

Manuel Aragón Cáceres fué un pintor excepcional. A pesar de sufrir una terrible deficiencia neurológica escribió un libro: "Mirando al mar" y expuso en numerosas salas y concursos de pintura.En 1973 ganó la Segunda Medalla en la Exposición de Otoño en el Palacio de Cristal de Madrid, entregada por la entonces Princesa Sofía. Le conocí a través de su hermana María Luisa y tuve la oportunidad de charlar varias veces con él sobre su vida y su pintura, comprándole cuatro cuadros. En 1979 visité en Córdoba la Galería "Amigos de los Patios Cordobeses", donde, rodeado de amigos, recité la siguiente poesía:

A un cuadro de Manuelo.

Sobre un campo de estrellas, mariposas encintas,
rombos y llamaradas que simulan ser flores,
unos álamos negros, montañas de colores,
¿por qué tu mano tiembla, Manuelo, cuando pintas?

En tus solanas claras de luz amanecida,
en tus campos quemados por el sol del estiaje,
sobre el oscuro cielo que atormenta el paisaje,
¿por qué tu mano tiembla, Manuelo, estremecida?

No hay color que se esconda, no le temes a nada,
tu pincel es la puerta de tu mundo silente,
sobre la tela expresas lo que habita en tu mente,
¿por qué tiembla tu mano, Manuelo, atormentada?

De tu quebranto físico se vengan la hermosura
de tus azules, verdes, amarillos y rosas
unidos por conjuntos de líneas primorosas.
¿por qué tu mano tiembla, Manuelo, en tu pintura?

Al término del día, cuando la noche alcanza
su cenit y empieza el infinito a contemplarte,
descienden los ángeles del cielo a arrebatarte
porque tu mano tiembla, Manuelo, en la esperanza.

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Cuadros del pintor Manuel Aragón.
De mi colección privada.
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miércoles, 19 de agosto de 2009

Jugando a indios.










Si el genial Antonio López quisiera
pintar un ángel ¿no te elegiría?,
con tu tierna mirada mostraría
que la inocencia no es una quimera,

que tu sonrisa es una primavera,
y la luz de tus ojos pintaría
con el color que el cielo desearía
para expresar el alma verdadera.

Sigue atento a tus indios en cuclillas
y no dejes que nadie los alcance.
chiquitín de caricias y ternura,

óyeles con tus leves orejillas
y ayúdales para evitar el trance
de su persecución en la llanura.



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Fotografía de Carmelo Sánchez González.
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